Mucha expectativa ha levantado este filme, y en parte es debido a las
declaraciones que su director y escritor Lars Von Trier hizo en el
festival de Cannes. Otro motivo de controversia es el modo en que se encuentra estructurado el filme; Melancholia es una gigantesca metáfora acerca de la depresión, con toques de ciencia ficción, lo que provoca dos grupos: aquéllos que buscan un relato convencional y dinámico que terminan argumentando que el largometraje es aburrido, y aquéllos con paciencia que buscan algo más profundo, quienes desean tomarse la molestia de entender el concepto de lo descrito. Y es que ése es el principal motivo de división al ver Melancholia, hay que saber lo que se va a visualizar por más de dos horas,
no simplemente desesperarse por la algarabía que ha levantado y verlo
para cerciorarse de los motivos que tanta discusión han armado; caer en
este grupo los hará pensar que ésta película es una pérdida de tiempo.
Los primeros siete minutos se encuentran orquestados por el Preludio de Tristan und Isolde, compuesta por Richard Wagner (mejor conocidos por algunos como el creador de La cabalgata de las Valquirias). La música, en acompañamiento de las extraordinarias imágenes, construyen uno de las mejores introducciones que se han hecho en la industria cinematógrafica. Esta secuencia parecerá no tener sentido, pero conforme la historia se vaya desarrollando, cada una de las partes que edifican la entrada, tomarán un significado evidente.
La narración se divide en dos secciones, Justine (Kirsten Dunst, que ofrece la mejor actuación de su carrera) y su hermana Claire (Charlotte Gainsbourg, conocida por trabajos como The cement garden, y que ha trabajado previamente con Von Trier en Antichrist). La primera parte trata sobre la boda de Justine y todo lo relacionado con ella; esta primera hora es pesada y aparenta no tener nada que ver con la introducción del filme (más aún si se espera ver tan pronto el factor ciencia ficción que tanto se menciona sobre esta película), no obstante, la importancia de la historia y las acciones de Justine radican en el plano psicológico y en todo lo que sucede en la segunda parte. La última hora se centra en Claire, quien acoge a una enferma Justine en su casa para ayudarla a recuperarse; durante la estadía, la relación de las hermanas será clave para enfrentar una potencial amenaza para la Tierra, un enorme planeta llamado Melancholia que amenaza con destruir todo.
Lo interesante de esta película no es tan solo la cantidad de analogías e interpretaciones que se pueden aplicar entre la primera y la segunda parte, sino también la impresionante fotografía que Von Trier despliega durante todo el metraje, así como su ya acostumbrada técnica de filmación, en la cual se prescinde casi por completo del uso de tripodes.
Un filme al que hay que tenerle mucha paciencia y que no todos disfrutarán al mismo nivel. Con un impactante final, Melancholia (cuya trama basó el director en una depresión que experimentó) es una obra de arte combinada con un poco de ciencia ficción que dará mucho de qué discutir debido a su desarrollo.
I know things
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