Prometheus fue planeada en un inicio como una precuela directa de Alien (1979), pero el director Riddley Scott decidió adoptar otro rumbo con esto. En cambio, la película tendría constantes guiños hacia la famosa saga, pero desarrollaría una historia propia cuya relación con su secuela sería mínima. Como es de esperarse, el largometraje gira en torno a la nave Prometheus, que llega a un planeta desolado en busca de quienes pueden ser los creadores de la raza humana, pero el objetivo de la expedición se verá afectado por los secretos que oculta uno de los miembros de la tripulación.
Las actuaciones se encuentan lideradas por Michael Fassbender (X men: first class, A dangerous method) y Noomi Rapace (La trilogía de Millenium), quienes apoyados por el resto del elenco que incluye a Guy Pearce (Memento) y Charlize Theron, llevan el desarrollo a buen ritmo y con interpretaciones adecuadas (por desgracia, ciertos personajes presentan ligeras inconsistencias que pueden pasar desapercibidas si no se les presta la atención debida).
Mucha gente acude a ver la película esperando ver aliens, pero la verdad es que su participación en el largometraje es reducida y hecha a un lado prácticamente; de esta manera Prometheus exhibe su narrativa sin colgarse del filme que creó una de las franquicias más conocidas del mundo cinematográfico, y demuestra que no necesita de otros trabajos para destacar. No obstante, la historia contiene cosas que no son explicadas y quedan aparentemente inconclusas (a pesar de que algunas se pueden intuir si se analiza un poco lo que sucede), pero cuando se mira a los créditos y se nota a Damon Lindelof, uno de los escritores más constantes en Lost, como uno de los guionistas, se puede entender porque este método de dejar eventos al aire.
Filmada en tercera dimensión y haciendo uso minimo de animación por computadora (CGI) para apoyarse más en efectos especiales convencionales (VFX), Riddley Scott dio a la industria una super producción de ciencia ficción que no resalta simplemente por su aspecto visual, un suceso que rara vez se da en Estados Unidos.
Big things have small beginnings
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