
El filme cuenta con un guión, mediante el cual, se le puede dividir en dos partes, antes y después de la ya conocida por todos, escena de la ducha. Hay quienes se preguntan qué ha hecho tan especial a este momento para que trascienda en la historia; en realidad, son varios factores los que convierten esa escena en mítica, como la edición, la fotografía, los simbolismos, y ni qué decir de la música que la compone.
La película cuenta con dos secuelas, Psycho 2 (1983), que transcurre veinte años después del final de la primera, y Psycho 3 (1986). Por supuesto, ninguna de las dos se compara a la original, a pesar de que Norman Bates, el personaje principal, sigue siendo interpretado por Anthony Perkins. En 1998 se le hizo un remake a la primera, el cual copió exactamente cada escena de la película, utilizando el mismo guión; como fue de esperarse, se despotricó ampliamente contra esta versión, catalogándola como innecesaria y desperdicio de dinero.
El largometraje de 1960 continúa vigente hasta el día de hoy, siendo exhibido en festivales y recomendado a todo amante del cine psicológico y de suspenso. La música, hecha con puro cuarteto de cuerdas, le da fuerza a varios momentos, el mise en scene compagina muy bien con la fotografía, y las magníficas actuaciones junto con la bien cuidada edición, convierten a esta película en lo que es, un clásico etiquetado como parte de las mejores películas en la historia del cine.
"Why, she wouldn't even harm a fly..."
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