martes, 30 de junio de 2009

Begotten

Begotten vio la luz a principios de los noventas con un aire completamente experimental; esta película no estuvo destinada para todos los tipos de audiencia. Para empezar, la forma en la que se filmó no es el blanco y negro convencional, pues se encuentran invertidos los colores, lo que provoca que las escenas se nos presenten de una manera más cruda y perturbadora. Otro factor que puede inclinar a los espectadores a abandonar la película al cabo de cinco minutos es la variedad mínima de sonidos; durante los aproximadamente 75 minutos de duración, no habrá tipo alguno de diálogo, solamente se escucharán algunos ruidos ambientales y un grillo.
A pesar de ser una película puramente simbólica donde no se explica absolutamente nada y no sabemos quiénes son los personajes hasta el final (literalmente, pues no se sabrán los nombres hasta que aparezcan los créditos), Begotten es una experiencia que tal vez no se olvide pronto si se le tiene la paciencia adecuada. Las imágenes que se muestran son bizarras, fuertes, capaces de provocar pesadillas a un niño y ofender a las personas que se cataloguen como conservadoras.
Los puntos en contra que tiene esta película es que ciertas escenas son muy largas, e incluso repetitivas, pero tal vez la intención del director E. Elias Merhige, quien también escribió la historia, era resaltar la idea de lo que intentaba transmitir.
Con un poco de imaginación es posible interpretar fácilmente este largometraje, aunque no esperen que sus ideas coincidan con las de otra persona, ya que al estar llena de simbolismos, las vertientes para darle significado a una escena son múltiples.

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